¿Por qué utilizar el Design Thinking?
En cualquier empresa se valoran las ideas innovadoras, las personas capaces de resolver problemas complejos y proponer soluciones que aporten valor. Para ello es clave tener un enfoque orientado al análisis y detección de problemas que poder solucionar pero, en la mayoría de las ocasiones surgen problemas sobre cómo abordar la solución a estos problemas complejos que permitan elevar los resultados de cualquier organización al siguiente nivel.
Es en estos escenarios donde el diseño de producto y la innovación emergen como disciplinas fundamentales en la búsqueda de soluciones creativas y efectivas a problemas complejos y, ambas, se fundamentan en el Design Thinking como metodología (y casi filosofía) que les ayuda a poder construir soluciones creativas que aporten valor y devuelvan resultados a la empresa.
Ya seas el CEO de una multinacional, un nuevo emprendedor o un colaborador dentro de tu empresa te invito a que aprendas a través de este post por qué el Design Thinking te ayudará, desde su enfoque orientado a la solución de problemas complejos, a elevar los resultados en todo aquello que te propongas.
Empatiza con los usuarios
El Design Thinking es una metodología que se podría considerar más bien humanista ya que, una de sus características principales es que se centra en encontrar soluciones reales para las personas.
A través del Design Thinking serás capaz de entender los problemas reales con los que se encuentran las personas con el fin de empatizar con ellos, entender sus necesidades, deseos y limitaciones y poder aportar soluciones a esos problemas.
Para ello el Design Thinking se basa en la observación directa, el análisis y la concepción de soluciones que hacen que los productos o servicios no simplemente sean relevantes si no que, al estar tan centrados en el usuario final se crea una conexión emocional con estos productos ya que los clientes se sienten comprendidos y valorados a la hora de hacer uso de estos productos y servicios.
Como nota personal te diré que, esta capacidad de observación, empatía y análisis que te aporta el Design Thinking no es únicamente aprovechable para crear nuevos productos y servicios. Piénsalo un poco ¿a caso a las personas no nos gusta que se empatice con nosotros para sentirnos comprendidos? En mis años de carrera profesional he aplicado esta metodología no sólo para crear productos y servicios si no para poder aportar valor a mis jefes, directores, compañeros y colaboradores. Te invito a que pienses en ello y pongas en práctica esta metodología en tu día a día y verás cómo, las dinámicas de todo lo que te rodea cambian a la vez que tu valor profesional sube.
Fomenta la creatividad y la innovación
Una de las grandes ventajas del Design Thinking es su capacidad para fomentar la creatividad y la innovación en cualquier ámbito en el que se aplique. Unido al punto anterior, uno es consciente de que está en el buen camino de esta metodología cuando empieza a obtener soluciones más simples y creativas a problemas complejos.
Cuando el nivel de empatía con tus usuarios es alto te devanas los sesos para encontrar soluciones a sus problemas y esto te fuerza, irremediablemente, a pensar fuera de la caja, a explorar nuevas soluciones y puntos de vista que aborden los problemas reales de tus usuarios.
Todas esas ideas que surgen en el proceso te empujan irremediablemente a la innovación de los productos y servicios de tu empresa, mejoran los procesos de tu organización o te ayudan a crear nuevos negocios si es que lo que estás haciendo es emprender y son, todas estas ideas innovadoras las que aportan valor y marcan la diferencia en el mercado.
Son innumerables las ocasiones en las que la gente me transmite que ellos “no son personas creativas” a lo cual les suelo contestar… “Déjame que tengamos una conversación, te haga unas pocas preguntas y verás como te vuelves creativo”.
Ayuda a resolver problemas complejos
En el diseño de producto y, en las empresas y las organizaciones en general, los problemas que nos encontramos raramente son fáciles de solucionar. Con frecuencia requieren un análisis bastante concienzudo, una comprensión profunda desde diferentes puntos de vista y un planteamiento de soluciones que por creativas que sean no tienen que dejar de ser simples.
En este sentido, el Design Thinking es un buen aliado a la hora de abordar estos problemas complejos. Hay multitud de técnicas en esta metodología que ayudan a descomponer los problemas complejos en componentes mucho más básicos y simples de analizar. Esta metodología ayuda a ordenar los problemas, priorizarlos, darles un sentido, descartar lo que no es relevante y poder comunicar todo de una manera efectiva.
Cada una de estas técnicas darían para varios post pero, si tuviera que destacar una para que sintetice todas ellas diría que es la capacidad de comunicar los problemas complejos de una manera sintetizada. No me voy a extender mucho en esto pero, después de todo el análisis, es necesario que te sientes a intentar describir los problemas en una frase que sintetice todo el conocimiento que has adquirido, y la escribas. De esta forma entenderás de una manera más sencilla toda la dimensión del problema y podrás pasar a la fase de intentar encontrar soluciones al mismo.
Adaptado a multitud de contextos
El Design Thinking no es un proceso rígido; al contrario, es flexible y puede adaptarse a diferentes contextos y necesidades. Existe la falsa creencia de que este tipo de metodologías sólo son aplicables a negocios tecnológicos o a grandes empresas y organizaciones. Para nada es así, cualquier negocio, desde la panadería de tu barrio hasta la gran multinacional que se te venga a la cabeza vive por y para sus usuarios. Cualquier empresa tiene procesos internos que pueden ser mejorables y mucho más eficientes gracias a la detección de problemas y el planteamiento de ideas innovadoras que supongan mejoras significativas que aporten valor.
Esta metodología tiene la capacidad de ajustarse a diferentes contextos y situaciones y, las personas que lo aplican, son capaces de comprender el entorno que les rodea para poder pivotar y tomar la dirección más oportuna en cada momento de cara a poder construir valor y seguir siendo competitivos en cada una de las circunstancias en las que se aplique.
El Design Thinking es una apuesta segura para solucionar problemas y construir valor
Si te estás planteando ¿cómo solucionar problemas complejos y construir valor? habrás podido observar que, el Design Thinking es una metodología poderosa y versátil que puede beneficiar a cualquier persona, equipo, compañía u organización que esté centrado en el diseño de productos y la innovación.
Su planteamiento humanista en la detección de problemas complejos y enfoque en la creatividad para resolverlos lo convierten en una herramienta fundamental a la hora de crear productos que realmente aporten valor y marquen la diferencia.
Además, la versatilidad de esta metodología le permite adaptarse no sólo a la creación de nuevos productos y servicios si no la generación de eficiencias en procesos dentro de las propias compañías lo que, en muchas ocasiones implica una mejora significativa en la cuenta de resultados de las empresas.
No son pocas las personas u organizaciones cuyos problemas para innovar vienen dados por ese pensamiento de que no tienen la capacidad para ser creativos e innovar y, honestamente, este tipo de pensamientos suelen venir dado porque desconocen las metodologías y herramientas que les permiten serlo y, es aquí, donde el Design Thinking es una buena metodología para demostrarte a tí mismo o a tu compañía que la creatividad y la innovación no está dedicado a unos pocos elegidos si no que es algo que es posible para cualquiera que tenga la ambición y las ganas de mejorar las cosas y aportar valor.
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